II Encuentro Internacional de la Red Azul de Educación - Roma - 2012

(...) la educación exige una vocación, ya que es misión;

sentirse responsable ante la sociedad de la educación que asumimos.”
Emilie de Villeneuve
 (Ct. 1840, cap. IX – a.I)

 

 

“El pasado tiene la consistencia de un sueño ...
Puede ser interpretado de manera distinta según nuestro nivel de conciencia.
Si el nivel de conciencia aumenta, el significado de pasado cambia...
Cambiando el presente, iluminamos el pasado...”
Alejandro Jodorowsky

I – INTRODUCCIÓN

Este proyecto, engendrado y desarrollado en y para el ámbito internacional de la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción de Castres, tiene como objetivo  y razón de ser, considerar la acción educativa formal e informal, en el contexto amplio de nuestra vocación misionera y evangélica, espacio y tiempo propicios para servir y defender la vida, construir relaciones y caminos concretos de dignidad y respeto, de aprendizaje y compartir el conocimiento, la ética y la responsabilidad social.

Plenamente conscientes de las urgentes necesidades y de los reales retos de su tiempo, Emilie de Villeneuve, mujer ciudadana y comprometida, veía en la educación un instrumento capaz de transformar la realidad, desde los niños y los jóvenes, a fin de despertarles una nueva conciencia de  sí mismos como sujetos de su historia, críticos y autónomos, actores en la historia de su pueblo.

Lo que nuestra fundadora intuyó y vio en su tiempo tiene validez y significado diacrónicos, y es asumido por la Congregación en varios países y en diversos frentes de actua-ción. Hoy, buscando, aun más intensamente, mantener el sentido de unidad y buscando consensos en la rica diversidad que caracteriza las culturas en que las hermanas están insertas en todo el mundo, (re)asumimos, con nuevo vigor, la educación como sector de misión y testimonio, campo fértil para la concretización y vivencia de nuestro carisma, para la multiplicación y realización de los gestos de Jesús Salvador.

Por consiguiente, hay que considerar, para justificar claramente la importancia de este proyecto, aunque en una breve síntesis, el contexto mundial y congregacional de este inicio de siglo.

Las crisis y las incoherencias que marcaron negativa-mente el siglo pasado, así como los avances que lo impulsaron positivamente, dejaron un resultado que perdura hasta el presente. En el ámbito mundial, inseguridades y amenazas en el frágil campo de la política y de las relaciones internacionales; crecimiento acelerado de unos y estagnación y crisis de los otros caracterizan la economía que, cada vez más, parece regir los destinos de la humanidad; ciencia y tecnologías unen y dividen opiniones, aumentan la separación entre los que pueden y los que no pueden, ya que el progreso de éstas no beneficia a todos; ideologías caen con facilidad, desencantan a los jóvenes como las religiones tradicionales, se lanzan a extremismos y fanatismos, al mismo tiempo que son creativos en cuestionamientos filosóficos y sinceros en la búsqueda de verdades capaces de justificarles la existencia. Una nueva conciencia planetaria pide con urgencia una nueva ética y los seres humanos sienten la vida amenazada por el egoísmo y la irresponsabilidad, por miedos difusos y por conflictos puntuales, sin solución aparente.

Más aún, la tecnología nos permite saber más de unos respecto a los demás: es posible conocer lo que pasa en todos los rincones del mundo con cierta rapidez y credibilidad, lo que no significa,  a pesar de todo, que somos más solidarios. En contrapartida y como signo de esperanza, se multiplican las organizaciones y los movimientos de ayuda internacional, sensibles al sufrimiento de los más frágiles y débiles, así como las voces que luchan por los que claman por la justicia, la libertad y la dignidad.

Atenta y fiel a su carisma que la empuja a ir a “dónde la voz del pobre la llama”, la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción de Castres no es indiferente a las llamadas de nuestro tiempo, diversificadas en las culturas, pero unánimes en su esencia más profunda. Ante esto, se intenta mantener el dinamismo misionero que movió a Emilie, en sintonía con el presente, al servicio de la construcción del Reino, ampliando su campo de actuación hacia otras fronteras y otros desafíos. La relectura del carisma es reciente, pero sus consecuencias son  ventajosas y prometedoras, ya que el ideal primero toma vigor y se difunde con entusiasmo.
Sin embargo, no se puede negar que, en algunos mo-mentos, se ha cuestionado la vocación educadora de la Con-gregación, sobre todo en lo que se refiere al mantenimiento de los colegios por la clase media. Reflexiones más profundas y la ampliación del concepto de misión, dieron, a lo largo de estos últimos años, un nuevo impulso a esta identidad educadora, dotándola de una mística renovada y más profunda. En una época en que se ve la juventud a merced de las sociedades comunistas y egoístas, en que las grandes organizaciones humanitarias ven en la educación un camino posible de futuro y paz, la Congregación no puede dejar de comprometerse con la humanización del proceso histórico, por más difícil y contradictorio que parezca.
De esta manera se justifica este proyecto que tiene su primera razón de ser en las raíces de nuestro carisma y que se alimenta en la mística de la actitud de la misma Emilie de Villeneuve.